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Por su soberbia, la Suprema Corte le falló al país: Ana María Ibarra

Ibarra criticó el desempeño reciente de la Corte, al advertir que su quehacer ha sido marcado por la exclusión y el desdén hacia los sectores más vulnerables.

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Desde la Universidad Xochicalco, Campus Ensenada, Ana María Ibarra Olguín, candidata a Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dirigió un mensaje contundente: el máximo tribunal ha perdido el rumbo y ha dejado de cumplir con su responsabilidad hacia el pueblo de México.


Ante una audiencia conformada por estudiantes, académicos y profesionales del derecho, Ibarra criticó el desempeño reciente de la Corte, al advertir que su quehacer ha sido marcado por la exclusión y el desdén hacia los sectores más vulnerables.

“No podemos seguir administrando una justicia que protege privilegios, que se esconde detrás del lenguaje técnico y que responde con indiferencia a las desigualdades más urgentes”, afirmó.


Durante su intervención, la candidata sostuvo que el actual modelo judicial ha fallado no sólo por sus decisiones, sino por su falta de apertura y voluntad de diálogo con los otros poderes del Estado.

“La Suprema Corte incumplió con su responsabilidad institucional”, denunció. Y añadió “con la soberbia de la administración actual, la Corte falló, rompió los puentes de colaboración que deben existir con los otros poderes del Estado”.


Ibarra fue más allá, al señalar que el tribunal constitucional ha abandonado su papel como árbitro imparcial, para convertirse en un actor político que opera con una lógica facciosa.

“En los últimos años se convirtió en un partido de oposición, privilegiando y tratando de defender sus intereses propios y personales”, puntualizó.

Para Ana María Ibarra, una justicia democrática exige cortes que dialoguen, escuchen y resuelvan. En ese sentido, advirtió sobre el peligro que representa una Corte que prolonga los conflictos en lugar de resolverlos.

“La labor de la Corte es apaciguar conflictos, no prolongarlos”, expresó.


La candidata concluyó recordando que en una república democrática es inaceptable que un Poder pretenda una supremacía.

“En democracia, ningún poder está sobre otro”, sostuvo con firmeza, al tiempo que reafirmó su compromiso con una justicia que actúe con equidad, sentido social y responsabilidad institucional.

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