
Washington y Nueva York.- Donald Trump y su familia han lanzado numerosas nuevas iniciativas de negocios para lucrar con su presidencia, creando lo que algunos críticos califican de nueva escala de corrupción y venta de acceso, lo cual ya ha elevado el valor neto de la primera familia en más de 2.9 mil millones de dólares, atrayendo inversiones de negocios en Medio Oriente, Europa y hasta en México.
Un hotel de lujo en Dubái. Una segunda torre residencial de altos ingresos en Jeddah, Arabia Saudita. Dos iniciativas de criptomonedas en Estados Unidos. Un nuevo campo de golf, un complejo de villas en Qatar y un nuevo club privado en Washington, reporta el New York Times en su primera plana de ayer.
Las familias de presidentes anteriores se beneficiaron frecuentemente de su asociación con el mandatario, pero en este caso el Times y otros medios están reportando que, a diferencia de otros casos, el presidente se está beneficiando directamente.
Las criptomonedas $Trump y $Melania lanzadas justo antes de que el presidente tomara posesión este año han incrementando su valor neto personal aproximadamente 2.9 mil millones, según una nueva investigación de la organización State Democracy Defenders Action. Ahora el hijo del presidente Donald Trump Jr está lanzando otra criptomoneda.
Individuos y empresas que desean complacer o ejercer influencia sobre las decisiones del mandatario están comprando sus criptomonedas. Por ejemplo, la empresa Freight Technologies, con sede en Monterrey, notificó a la agencia reguladora de Wall Street, la Securities and Exchange Commission (SEC), a finales de abril que estaba comprando 20 millones de dólares de las monedas $Trump.
"Creemos que nuestra adquisición de las monedas oficiales Trump son una manera excelente de diversificar nuestra tesorería de cripto y también una manera efectiva de abogar a favor de un comercio justo, balanceado y libre entre México y Estados Unidos", explicaron.
La invitación más exclusiva
De hecho, a finales de abril, Trump ofreció la invitación más exclusiva del mundo, incluida una cena íntima y privada con el presidente en su club de golf en Virginia, seguido de una gira por la Casa Blanca. Sólo se ofrecían lugares para los 220 inversionistas más grandes en $Trump.
"Cena con el presidente Trump y la Comunidad $Trump… Déjenle saber al presidente cuántas monedas $Trump tienes”, agrega la invitación (https://gettrumpmemes.com/dinner).
Al circular la noticia de la invitación, el valor de la criptomoneda se incrementó más de 60 por ciento. Algunos críticos quedaron asombrados por la manera tan explícita de invitar a inversionistas a pagar por acceso al presidente.
La Casa Blanca insiste en que los bienes del gobernante están en un fideicomiso controlado por sus hijos al cual él no tiene acceso ni control. Sin embargo, el New York Times y otros han detectado que, en sus declaraciones financieras obligatorias se divulga que personalmente se beneficia con varios de los negocios realizados por sus hijos.
Los dos hijos mayores de Trump, Donald Jr y Eric, han estado viajando por Europa y Medio Oriente para recaudar inversiones y financiamiento de nuevas iniciativas de negocios. En Dubái, Eric Trump se reunió con funcionarios de ese gobierno para anunciar un plan para un nuevo hotel Internacional Trump de 80 pisos, el tercero de propiedades ya anunciados en Arabia Saudita y Oman. En Qatar hizo comentarios ante el Foro Económico, incidente que el senador demócrata Chris Murphy calificó de sesión pública sobre cómo ganar dinero de los proyectos de soborno y corrupción de Trump. Ahí estamos.
Mientras Eric estaba en Medio Oriente, su hermano Donald Jr estaba en una gira pagada por Hungría, Rumania, Serbia y Bulgaria, donde se reunió con altos funcionarios y anunció otro nuevo hotel de la familia en Serbia. Trump Jr también es el dueño de un nuevo club privado en Washington que cobra 500 mil dólares por una membresía y que ya tiene una lista de espera, reportó el Times.
El monto de dinero que fluye a las arcas de la familia es de una escala y un alcance sencillamente alucinantes en cualquier contexto, afirma Susan Glasser, de la revista The New Yorker.