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Y cuando Coahuila despertó, la maquinaria todavía estaba allí

La lectura política más relevante de la elección simulada que se celebró (¿de verdad es motivo de celebración?) el pasado domingo en territorio de Coahuila

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La lectura política más relevante de la elección simulada que se celebró (¿de verdad es motivo de celebración?) el pasado domingo en territorio de Coahuila, es que los morenistas, advenedizos o fundadores, fundamentalistas o pragmáticos, dogmáticos o flexibles, ya son completamente prescindibles para el poder central que se ejerce como autocracia desde el 1 de septiembre de 2024.

Y lo más importante: estos aún no se han dado cuenta.

Del simulacro electoral hay tantos ángulos posibles de abordaje como arena en el desierto. Quizá el más destacado sea que Coahuila fue primer lugar nacional en participación ciudadana, por encima de Veracruz y Durango (segundo y tercero respectivamente), únicas entidades que además de la elección judicial votaban por ayuntamientos, y donde había por tanto mayor interés.

Después del mencionado top tres, 14 estados administrados por Morena/Verde lideran la media tabla en porcentaje de votantes, y a la saga, en la segunda mitad de la lista, se ubican las entidades gobernadas por el PAN y Movimiento Ciudadano.

La cuna del Federalismo, de la Democracia y del Constitucionalismo, representado cada momento histórico por Ramos Arizpe, Madero y Carranza, en ese orden, reporta una participación de 24.38%, cuando la media nacional fue de 12.9 por ciento. El estado dobló la cifra, pues.

Un total de 596 mil 662 ciudadanos acudieron a las urnas en Coahuila; uno de cada cuatro enlistados con derecho a voto. Y no salieron a las casillas gracias a la Delegación de Bienestar y su todavía delegado, gestor de los graneros de dádivas que se convierten en clientelas; mucho menos lo hicieron merced a los legisladores federales y locales del conglomerado 4T que simularon promover el voto con esporádicos recorridos sin sentido, y publicaciones en redes sociales para justificar trabajo. Ninguno de los alcaldes emanados de la coalición Morena-PT (seis de 38 en total) se metió de lleno a la operación política tampoco. El actuar de los arriba mencionados, se sintetiza en levantar el puñito izquierdo, ondear un banderín, mostrar cuatro deditos a la cámara, capturar el momento y a otra cosa.

En resumen: el centralismo no necesita a Morena Coahuila para avanzar en el estado con sus estrategias nacionales.

El asunto es muy sencillo: si en el estado gobernado por la coalición PRI-PAN-PRD necesitan delinear un tren, único proyecto federal del sexenio en curso, encontrarán las facilidades para desarrollarlo.

Y acaso la manifestación de alquimia más relevante que se haya visto en los últimos tiempos, si necesitaban que los candidatos a ministros que aparecían recomendados en los acordeones del régimen, fuesen los más votados en la entidad, no hubo dificultades materiales ni oposición ideológica para que lo consiguiesen (mientras en lo local existiese reciprocidad y la tamaleada fuese pareja, o como en los choques automovilísticos: cada quien su golpe). Concertacesión, a secas.

En ambos casos citados, no obstante, los morenos locales quedan fuera de la ecuación. Y así la falacia del Coahuila dormido al que tienen que despertar desde la Ciudad de México, se va desgastando.

Tampoco es algo nuevo ya que, desde 2022, en la etapa previa a la elección de Gobernador, quedó claro que la coordinación y trato con ellos es a control remoto. Sin conocimiento de la idiosincrasia, o a pesar de él. Ignorando la dinámica regional, o pasando por encima de esta. Allá se decide, acá se acata.

Expuesto el punto anterior, la cuestión es fácil: en lo sucesivo, para qué querrían entonces desde la Ciudad de México a tirios y troyanos que disputan entre sí las posiciones de poder en la entidad, aunque sin altura de miras y sin tener idea para qué.

Se ha demostrado, desde 2014 que iniciaban con sus incipientes labores jesuitas-franciscanas de repartir del panfleto Regeneración, que los morenos de Coahuila no se distinguen por resolver. Y desde CDMX necesitan alguien que acá resuelva. En ese contexto, cuatro años parecen pocos para construir una alternativa de poder estatal con lo que tienen a la mano, y Dios les da a entender.

 

 

 

Cortita y al pie

Aunque se debe destacar que, a diferencia de años anteriores, en la contienda arreglada no hubo contratiempos atribuibles al árbitro local, quien pese a tomar las riendas del Instituto con el proceso ya iniciado, debido a la destitución de su anterior Presidente, logró llevar “a buen puerto” la conducción del mismo, caracterizado por ser complejo desde su diseño y sin precedentes de los cuales echar mano en caso de emergencia.

Si por buen puerto entendemos gobernabilidad y calma chicha, pese a las críticas que cada uno pueda tener en torno a la ilegitimidad de una elección viciada de principio a fin en el ámbito nacional, y una democracia simulada en el local.

 

 

 

La última y nos vamos

Por lo demás, si en 2023 el PRI estatal demostró que también puede fungir de PAN, rebasándolo por la derecha, en 2025 fue más allá y al que absorbió fue a Morena.

Y cuando Coahuila despertó, la maquinaria todavía estaba allí.

 

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