
Llegó el 18 de abril a Torreón, sin padres ni hermanos. Nicolás, un niño migrante venezolano de 7 años, a quien nombraremos así por respeto a sus datos personales y porque es nombre del Santo de los niños y los viajeros, se extravió de sus padres en Monterrey, Nuevo León y fue acogido por otra pareja de migrantes, que al notarlo solo, lo acompañaron en el camino de Monterrey a la Laguna.
Así es como Nico recuerda el momento que lo separó de su familia.
“Estábamos en un tren, después dijeron que nos bajemos del tren porque hay migración, ¿y tú sabes qué es migración? son algo así como policías ¿y ellos no los tienen que ver a ustedes? no, cruzamos una reja porque había migración, cuando cruzamos la reja apareció un carro de migración y agarraron a mi papá de la camisa y a mi mamá también y a mis hermanos”.
Su familia y el grupo de migrantes con los que viajaba se dispersaron para evitar que los agarrara la migra y fue así como Nicolás perdió el rastro de sus padres.
La pareja migrante que lo cuido, reportó la situación de Nicolás a las autoridades de Coahuila y fue recibido por Casa Hogar Abrázame. Esta no es la primera vez que un niño migrante extraviado llega a los brazos de la asociación, según lo relata su directora Rocío Cuellar.
“En los últimos años hemos recibido a 3 niños, de diferentes países los 3, con situaciones también diferentes. Afortunadamente en el caso de él, los papás lo buscaron, no les quedó más remedio que acudir con las autoridades de Monterrey y en protección del menor empezaron a buscar y como aquí también se estaba buscando, hicieron un match, nos hablaron, les indicamos que hicieran el trámite en PRONNIF, hablaron las 2 autoridades y a mi ya nada más me avisan el ingreso y el egreso del menor”.
La asociación lo vistió, alimentó, pero sobre todo le brindó atención psicológica para trabajar sus emociones tras lo vivido, según lo relata la psicóloga Lidia Hernández de la casa hogar.
“Él está bien, está estable emocionalmente, obviamente me dice que extraña a su mamá que ya quiere estar con ella, pero no hay una alteración de sus emociones, anímicamente está bien, con la esperanza de volverse a encontrar con su padrastro, hermanos, mamá, está feliz de que nuevamente verá a su familia”.
Los pequeños pies de Nico ya pisaron por lo menos 7 países y se hundieron en el lodo de la selva, lugar del que recuerda algunos animales, "no pienses que hay tigres ni osos" , relató, "hay sapos, vivos, muertos y monos".
Y aunque su corazón no conoce la razón de extrañar Venezuela, él ahí se quería quedar.
“¿Tienes más familia en Venezuela? No, se fueron, muchas personas se fueron a otro país ¿y tu quieres ir a ese país o dónde te quieres quedar? Yo me quise quedar en Venezuela pero mi mamá dijo que no”.
El lunes 22 de abril Nicolás fue llevado a Monterrey por personal de migración para reencontrarse con su familia y después ser deportados a Venezuela. Se quedaron a 545 km del sueño Americano, pero ahora sus corazones al fin están cerca.