No es la primera vez que intentan callarlo, pero esta vez usaron los puños. Antonio Attolini Murra volvió a ser blanco de una agresión en Torreón, en medio de un clima político que se pudre a la sombra del Palacio Municipal. Desde que el diputado de Morena intensificó sus señalamientos por corrupción, desvíos y excesos contra la administración de Román Alberto Cepeda González —alias “Robán”—, se multiplicaron las amenazas, los amagos y los intentos de silenciarlo.
Esta vez el golpe vino acompañado de una frase que no necesita traductor: “¡Hablaste mal de mí, pendejo!”, según narró el propio legislador. ¿Mensaje espontáneo o encargo directo? Nadie lo puede confirmar, pero tampoco hay quien descarte la participación de algún pariente o funcionario del alcalde, de esos que confunden lealtad con criminalidad. El hecho es que el aparato legal del Municipio no consigue frenar al principal adversario político del alcalde… y ahora, por lo visto, tampoco les alcanza el cinismo para ocultar que lo están intentando a la brava.
Represión a la carta
Queda claro que en Torreón, el gobierno de Román Alberto Cepeda González reprime. No convence, intimida. No argumenta, golpea. Ejemplos hay muchos: La clausura de los espectaculares de Horizonte Lagunero, la irrupción violenta en el ejido Nuevo Mieleras, con saldo de un joven asesinado y campesinos reprimidos. Después, la brutalidad contra los que se atrevieron a protestar, y ahora, el puñetazo contra Antonio Attolini Murra, el diputado incómodo que documenta—con pelos y señales— el saqueo y la podredumbre del gobierno de “Robán”.
Lágrimas de cocodrilo
A José Ganem Guerrero nada más le faltó el pañuelo en mano para soltar el llanto. Con voz compungida, el secretario del Ayuntamiento de Torreón calificó como “lamentable” la agresión contra Antonio Attolini Murra y dijo reprobar toda forma de violencia. Pero ni él se cree lo que dijo, pues si en el ayuntamiento alguien tiene fama de violento, es precisamente el secretario. Que le crea, quien no lo conozca, aseguran.
Dos meses prófugo
Este 7 de junio se cumplen dos meses del lunes negro en el ejido Nuevo Mieleras, cuando policías municipales —entonces bajo el mando de César Antonio Perales— entraron con violencia para desalojar a colonos. El saldo fue trágico: un joven ingeniero, manifestante, cayó muerto; recibió un disparo, por la espalda, de un uniformado.
Una semana después, el gobernador Manolo Jiménez metió orden: hubo manotazo y se desmanteló la cadena de mando en la policía de Torreón. Hoy, César Perales está prófugo, con denuncias penales a cuestas. Ya caerá, aseguran en la Fiscalía General del Estado.
