
El Jueves Santo marca el inicio del llamado Triduo Pascual en la fe católica, pero además es una de las fechas más emblemáticas para quienes profesan el catolicismo, es en este día que se conmemora el lavatorio de pies y la institución de la eucaristía.
Según la tradición judeocristiana, durante el Jueves Santo Jesucristo se reunió con sus doce discípulos, les ofreció una cena y les dictó sus últimas instrucciones, mismas que habrían de ser las bases de la fe católica luego de su muerte; según la versión bíblica, les pidió amarse los unos a los otros como él los amó, además de avisarles que uno de los doce lo habría de traicionar.
Como un acto de humildad y de amor a la humanidad, Jesucristo además lavó los pies de sus discípulos, algo que en la época era visto como desafío a las normas sociales, pues solamente los sirvientes lavaban los pies de sus amos, lo que los posicionaba en lo más bajo de los estratos sociales.
No obstante, Jesucristo reafirmó con este acto su posicionamiento ideológico hacia con los desfavorecidos, los oprimidos y los que siempre se relegaban en todos los sentidos; el acto quedó instaurado para la posteridad en esta fecha dentro de la tradición sacerdotal, desde entonces los curas, obispos e incluso el mismo Papa replican el acto frente al mundo, aludiendo la misma humildad que demostró Cristo en la última cena.
Durante ese evento bíblico además ocurre uno de los momentos más trascendentales de la fe católica, la institución de la eucaristía, misma que se define como el acto más preciso y emblemático que instruyó Jesucristo para entrar en comunión con la divinidad.
En el libro de Lucas se narra que estando con sus doce discípulos, Cristo toma el pan y lo reparte entre todos, les dice: “Éste es mi cuerpo que será entregado por ustedes”, acto seguido toma una copa con vino y les indica: “Ésta es mi sangre… Será derramada para el perdón de los pecados”.
Los elementos simbólicos se conjugan en un acto clave dentro de la fe católica, la llamada “transubstanciación”, cuando el pan y el vino cambian su substancia material para tomar una dimensión espiritual elevada, representando el cuerpo y la sangre de Jesucristo, pero además sin perder sus características físicas; lo anterior es la eucaristía como la conocemos.
Lo más valioso de ese episodio es que además es una instrucción precisa de Jesucristo, cuando al concluir de bendecir los alimentos les indica “hagan esto en conmemoración mía”, dando paso a la comunión entre humanidad y divinidad con un ritual específico.