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La invasión: por qué a Saltillo y Monterrey llegan sureños por millares y nadie hace algo al respecto

¿Cuál es la motivación del mexicano nativo del centro y sur del país para migrar, de unos años a la fecha, a las industriales Coahuila y Nuevo León?

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¿Cuál es la motivación del mexicano nativo del centro y sur del país para migrar, de unos años a la fecha, a las industriales Coahuila y Nuevo León?

En otras palabras: hacia otro clima, distinta dinámica urbana y diferente idiosincrasia. Qué resortes internos les impulsan. Por qué. Para qué.

Algunos podrán decir, a bote pronto, que las ofertas de trabajo y los salarios vinculados a estas constituyen la principal razón para trasladarse a un ecosistema agreste por excelencia. Otros, quizá más reflexivos, argumentarán que la violencia generada por la irrupción de Morena en los gobiernos estatales de aquellas latitudes ha generado un éxodo hacia lugares -prejuicios aparte- donde la descomposición social es todavía menor.

El hecho es que ambas entidades mencionadas, junto con Durango, representan el último bastión opositor identificado con el PRI en México. Especialmente la ruta-cinturón entre sus capitales: Saltillo y Monterrey. Un corredor político ajeno al centralismo guinda que desde 2018 permea en gran parte del territorio nacional, con especial acentuación -precisamente- en el altiplano y sureste.

Para dimensionar: Chihuahua y Sonora, también industriales y fronterizas, se mantienen ajenas a ése trasiego, confinadas entre otras razones debido a la lejanía geográfica con el extremo opuesto del ‘cuerno de la abundancia’ que somos cartográficamente. El Pacífico y las Californias, además del Bajío y Occidente, son otra historia.

No es por ser agorero del desastre, teórico del catastrofismo ni conspiranoico, pero tengo una hipótesis: a Coahuila y Nuevo León arriban porque indirectamente sirven a un plan.

No existen elementos característicos para afirmar que se trata de una conquista ni mucho menos una colonización. Es invasión, a secas.

El denominador común es que se trata de estados que se le resisten al régimen. Coahuila, por ejemplo, cuna del Federalismo, de la Revolución, y del Constitucionalismo. Valores que aún perduran en el sistema político vigente.

Ahora bien, el trasfondo de la ecuación no es directo, lineal ni proporcional. Si a los nativos del altiplano, o sureños, se les cuestionan sus motivaciones migrantes, ninguno dirá que viene como ‘turista electoral’ para votar por Morena como misión de vida. Por el contrario, se asombrarán de que alguien pueda pensar eso. No llegan directamente de misiones a catequizar ni esparcir un mensaje, aunque hayan sido convocados al banquete del poder.

A diferencia del ‘turismo electoral’, o sea el cambio de domicilio realizado de forma dolosa con datos falsos e intención de sufragar en otro lugar que no le corresponde al dueño de la credencial para votar y favorecer a un partido-candidato, en este caso el traslado es permanente. Forman diásporas y capital social. Redes de apoyo. Unos atraen a otros como las “familias muégano” que definió en su día Germán Dehesa. No son sólo remesas.

Por lo demás, si Morena no convence ni enamora de ninguna forma en las ciudades industriales del norte, cuestión de abrir las represas y trasvasar convencidos y enamorados (o por lo menos no aspiracionistas en su forma de ser, como los norteños) de otras latitudes para que se inserten y establezcan (aunque no se integren al medio) y paulatinamente cambien el panorama político (el único que importa, pues el social se deja a la deriva) al alterar el orden democrático haciendo valer su derecho al voto.

En sus estados de origen, para contextualizar, no existen incentivos de ningún tipo para evitar la sangría, ni sus planes estatales de desarrollo contienen acciones o programas específicos enfocados en evitar la migración. A sus gobiernos no importan los vicios y conflictos que genera para sus habitantes esa interacción allende las fronteras (como guetos y vivienda multifamiliar o procesos ulteriores como presión a los servicios públicos y demanda de asistencia médica y educativa).

Del problema simplemente que se ocupen otros.

Hacia finales de 2016 en una gira por Coahuila, Obrador, presidente fundador del “Movimiento”, reconoció: “en el norte siempre nos ha costado más trabajo, porque centro y sur no hay problema”. Previo a la elección Presidencial de 2018, Marcelo Ebrard, a la sazón su coordinador, afirmó: “el centro y el sur del país, sabes que lo vas a ganar, pero necesitas también el norte, al menos una parte”.

Lo curioso es que los capitanes locales (terratenientes con información privilegiada sobre uso de suelo, por lo general) alegremente se suman al ciclo y no hacen algo por evitarlo.

¿Irreflexivamente, o con conocimiento de causa?

Así, mientras ellos atraen capitales golondrinos, otros aterrizan y sientan su línea de producción en un bodegón dentro de un parque industrial en la periferia del núcleo poblacional. Ambos requieren luego ‘mano de obra’. “Perros de paja”, como les define John Gray, el filósofo inglés, en su obra homónima (2002). Y activan un mecanismo de scouting para atraerles allá donde los haya, y esclavizarles eventualmente.

Como en la Región la oferta supera por mucho la demanda, es necesario traerlos entonces de más lejos. Bingo: del centro y sur del país. A esa dinámica le denominan nearshoring.

¿Es progreso? ¿Exactamente para quién? Evidentemente para los nativos no, pues colapsa su calidad de vida.

¿La cultura originaria necesita ser transformada y desmantelada? ¿El equilibrio dentro de una ciudad importa?

Cortita y al pie

El paradigma de los desafíos migratorios no es regional sino mundial. Existe una diáspora de millones de venezolanos esparcida por todo Latinoamérica. Colombianos que apuntan hacia Madrid. Cuba continúa siendo un trampolín a Miami. Los centroamericanos no detienen sus caravanas con dirección al norte a pesar de las coyunturas políticas. Mexicanos cruzan a Estados Unidos todos los días. Hay argentinos diseminados en todas partes.

Peor aún, dictaduras como Venezuela o Cuba no tienen empacho en desangrar parte de su población -mayoritariamente crítica de los regímenes y con posibilidades socioeconómicas de emigrar- y abrir fronteras para que salgan hasta quedarse con el número justo de convencidos y resignados, y garantizar con ellos la permanencia del grupo enquistado en el poder. Es un asunto de estadística y demoscopia: podar del árbol a la resistencia y sus adversarios.

La última y nos vamos

El fenómeno es sofisticado y burdo a la vez. Difícil de creer. Raya en lo kafkiano y se agudizó luego del 6 de junio de 2021, fecha de las elecciones federales intermedias, previo a la revocación de mandato celebrada en abril de 2022.

Pareciera una situación inaudita, distópica. Sin embargo asemeja una versión a la tabasqueña del dicho: si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Es decir, si Coahuila y Nuevo León no van a Morena, que los morenos afines vayan a Coahuila y Nuevo León.

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